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viernes, 16 de junio de 2017

LOS DUEÑOS DE TODO

Los dueños de todo

Gerente General de Gazprom, Alexei Miller
y
el presidente de Rusia, Vladimir Putin.


Creo, firmemente, que una sociedad libre se basa en el fluido acceso a la propiedad de las personas comunes.
Que la propiedad de tierras, viviendas, tiendas, talleres, máquinas, fábricas, no esté limitada a una pocas personas o empresas. Que se vulgarice [1] la propiedad.
Desde la segunda guerra mundial a hoy el acceso es cada vez más dificultoso. Por el contrario se ha dado un proceso de pérdida de propiedad de las familias, activos que, o han perdido valor, o han pasado a manos de grandes empresas.


Propietaria de charcutería al frente de su negocio.

Va desde la venta de campos (familias con 300 has han tenido que vender), a taxistas propietarios, a comerciantes minoristas, a quiosqueros. Todos propietarios que antes existían y que ahora o son menos, o directamente desaparecieron.
Han sido reemplazados por grandes empresas, dueñas de concentraciones de tierras (IRSA con 320.000 has en Santa Fe, Macri con 4.000 en Salta), mandatarias de 400 unidades de taxis, cadenas de comercios minoristas, ¡cadenas de quioscos! Esto último inaudito e imperdonable.
Nada dejan para que una familia se gane el pan.
Este proceso de concentración de la propiedad y, por lo tanto, de pérdida de la libertad, retrotrae un proceso revolucionario de acceso a la propiedad del SXIX.
Daré tres ejemplos:


Revolución Francesa.

  • la Revolución Francesa (fines SVIII) que repartió la totalidad de las tierras de la Iglesia (50% de la tierra arable de Francia), y gran parte de las propiedades de nobles, entre el vulgo, en unidades de 4 a 8 has.


Colonos europeos se convierten en granjeros en EEUU.



  • La entrega de tierras a colonos en EEUU, que convirtió en granjeros a cientos de miles de desapoderados europeos.


Colonias en Argentina.



  • La conquista del Desierto en la Argentina y las colonias del Litoral. Una verdadera revolución propietaria. Según el catastro de la Provincia de Buenos Aires, a principios de SXX existían cientos de miles de propietarios de parcelas de 50 has, 100 has, hasta 500 has. [2; 3].
Procesos similares se produjeron en Nueva Zelanda, Australia y Canadá. En menor medida en el sur de Brasil.
Esta vulgarización de los medios de producción, este acceso masivo de millones de desheredados a la propiedad, traducido en EEUU o aquí en cientos de miles de familias dueñas de tiendas o fábricas o tierras o viviendas comenzó a revertirse a partir de la Segunda Guerra Mundial.

Antes de la Guerra había decenas de fábricas de automóviles en EEUU. Sólo unas pocas (aproximadamente 3) fueron contratadas por el estado norteamericano para producir vehículos para la guerra (jeeps, camiones, ambulancias). Son las que finalmente sobrevivieron la postguerra. Cobraron fortunas y quedaron en posesión de enorme capital acumulado, que el resto no pudo igualar.
Las sacaron del mercado.



Esa pérdida de acceso a la propiedad por parte de las familias, comenzando por la propia casa, se combina con una publicidad agresiva en todos los medios, desde los años cincuenta a hoy, con técnicas goebbelianas, para que las personas no ahorren (*). Para que uno dilapide su sueldito en viajes al Caribe en 12 cuotas, teléfonos celulares o zapatillas Nike en lugar de un buen par de zapatos de cuero.
Ése es dinero que parte de las manos del vulgo (del pueblo, del popolo basso) a empresas que, desde hace 20 años, poseen tal liquidez que ya no saben en qué más invertir.
Pero lo que sigue firme es que las familias no tengan empresas, o tambos, o queserías, o fábricas de caramelos o de bolsos o de frazadas o de instrumental de medición. Todo debe ser hecho por grandes empresas, aún las cosas más simples que requieren poco capital [4].

Este proceso es acompañado, y sólo es posible con la intervención del estyado. A través de funcionarios que favorecen políticas en desmedro de las pequeñas empresas y básicamente, de las familias. No es una particularidad de la Argentina. Lejos de ello. Es más, tal vez el proceso haya sido menos agudizado aquí que en el resto de Occidente.
En EEUU esta concentración de propiedad ha provocado un efecto desolador. Grandes almacenes, grandes proveedores de maquinaria agrícola e implementos, comerciantes de todo tipo de bienes han quedado en la ruina por el centro del país. Ese EEUU que está entre ambas costas, es el que votó a Trump (aquí y aquí).
Mientras este proceso de desapropiación de las familias se producía (y produce), los funcionarios de EEUU, Europa y de aquí han entregado miles de millones de dólares a muy pocas compañías (bancos, financieras, en fin, conocemos la historia). No ha sido un tema puntual del 2008, sino un plan económico desde la Segunda Guerra Mundial a hoy.

Gabbi, Fernández y De Vido.
A Fernández le sobró un poco de género de la última renovación de tapizado.
Plan que tiene como común denominador la mancomunión de intereses de burócratas y grandes empresas, no importa la ideología. Para llevarlo a términos locales, no importa si es Aldo Ferrer, ministro de economía de la dictadura militar y ultraalcahuete de la UIA, o Kiciloff, dilecto discípulo, que la juega de zurdito de barrio norte.


A los proveedores del estado sí les ha ido bien en todos los gobiernos, acá, en EEUU, Canadá, Francia o Bélgica. Son quienes obtienen exenciones impositivas, los que contratan indocumentados (como los latifundios de California) con la vista gorda de las autoridades. Esta concentración dio lugar a millones de personas que se desempeñan como empleados públicos, o de la banca o de contratistas del estado (los que sumados a los ilegales que pudieron votar) forman el core del votante del complejo Clinton-Bush-Obama.

Ron Paul votes "NO BAILOUT" in 2008.




Let's play Wall Street Bail-out.

Cada tanto las familias protestan: “estamos quebrando”. Entonces los gobiernos inventan políticas para PyMes (en EEUU, Canadá, UE, acá). Son mentiras, son engañifas. Pour le galerie. Para hacer que hacen.
Parte del proceso de desapoderamiento se hace a través de los impuestos, que expliqué aquí.
Hay dos casos domésticos que sólo enunciaré, porque, en realidad, quiero hablar de otro efecto.

Primer caso:
Lácteos


Mastellone con Kirchner.

Cuando yo era chica (hace cuatro décadas) había más de una decena de usinas lácteas que proveían a la capital. Quedaron dos. No fue un procedimiento espontáneo. Se produjo durante la última dictadura militar, favoreciendo la concentración en Mastellone [5]. A fines del Proceso estaba por cerrar Sancor. Se movieron y lo evitaron.
Los 35 años de gobiernos de estado de derecho nada hicieron para revertir el proceso de concentración. Lejos de ello, todos colaboraron para que Mastellone perjudicara sistemáticamente a tamberos y consumidores [6] por igual.
La maximización de la ganancia de un cártel, duopolio o monopolio no sigue las reglas del mercado libre [7]. Se basa en ahorcar a los proveedores, para pagarles poco más que el costo de producción, y maximizar la ganancia, cobrando el mayor precio posible a los clientes brindándoles la mínima calidad. Total, no hay competencia para la compra de insumos (no hay otras usinas que ofrezcan mejor precio a los tamberos) ni a los clientes (con mejores productos o más baratos).
A Mastellone no le importó mandar a la quiebra a miles de tamberos.
Su negocio no es vender mucha leche sino ganar controlando todo el mercado. Por eso NUNCA movieron un dedo para exportar, excepto, y a desgano, algún commodity como la leche en polvo, y esto sólo esporádicamente [8].
Todo el devenir de la industria láctea es un fracaso responsabilidad de funcionarios corruptos y tontos y tipos inescrupulosos como Mastellone o los directivos de Sancor. Marcelo Regúnaga sostiene que la industria láctea podría generar decenas de miles de puestos de trabajo con alto valor agregado y la Argentina ser una potencia exportadora.
Por último, con la quiebra de Sancor se desperdició la oportunidad de atomizar el mercado [9].


¿Qué tiene que ver Mastellone con un Mercedes Pagoda?
El resultado es que en la Argentina, donde podría haber productos de primera calidad mundial, comemos y bebemos cosas inmundas a precios más caros que en EEUU, Inglaterra, Irlanda, Francia, Holanda, Dinamarca, Nueva Zelanda o Italia. ¿Por qué los argentinos comemos tan mal? Porque nos alimenta Mastellone, Kraft, Arcor y Dole. Venden porquería, a cualquier precio y no podemos elegir otra cosa.

Segundo caso:
Trigo



Durante la última presidencia de Cristina Fernández, la secretaría de comercio comenzó a manipular arbitrariamente los derechos de importación y de exportación. Tuvo varias consecuencias: que varios de La Cámpora se hicieran ricos por la venta de las aprobaciones de la DJAI [10] para importar, y que concentraron los derechos de exportación en pocos canales, lo que le permitía a éstos poner el precio que quisieran a los productores agropecuarios que compraban a productores atomizados [11] .
Particularmente escandaloso era el caso del trigo.
La secretaría no autorizaba derechos de exportación hasta tanto la producción local no hubiera sido comprada en su totalidad a precio vil por los molineros. Esto es porque la producción excedía varias veces el consumo interno y el productor debía mal vender su cosecha ante la eliminación del comprador principal: el mundo (al prohibir exportar la demanda multiplica varias veces la oferta, cuatro o cinco veces, y los precios se desploman). Una vez que todos los molineros tuvieran en sus poder la cosecha, entonces sí la Secretaría autorizaba la exportación. Ahí estas empresas sí vendían a precio internacional menos retenciones, esto es, con ganancias extraordinarias [12]. A veces duplicando i más los precios.
Esta operatoria sólo era posible con el auxilio de funcionarios venales [13]. La perla del caso es que el presidente de la cámara de molineros era el tío de Wado de Pedro. Wado de Pedro,  su tío y los molineros se hicieron riquísimos, al igual que varios funcionarios. Todos impunes a pesar de que les cabe medio Código Penal.
La única herramienta defensiva de los productores fue no sembrar (“no gano yo, no gana nadie”). El mismo principio de los tamberos (“¿Voy a trabajar para vos? ¿A quién le ganaste?”). El mismo principio por el cual ningún cubano o venezolano cría una vaca o una gallina. “¿Para qué, para cuando esté criada venga un funcionario público y la saque? Me muero de hambre pero no le regalo una gallina al régimen”.
Para más detalles del caso del trigo consultar a Matías Longoni, experto en el tema. O a Carlos Etchepare.

Otro tema


Berlusconi, Tony Blair y señora.

Un proceso que se ha dado en Rusia, y a partir del 2001 aquí, es que las empresas que manejan monopolios o carteles no están en manos de grandes empresas (nacionales o internacionales) como General Motors, o Mondadori o Coca-cola, sino en manos de políticos.
Como políticos denomino: funcionarios públicos, sindicalistas, hasta jueces. Por lo general a través de testaferros.
Entonces, por ejemplo, al principio privatizamos la electricidad en grandes empresas internacionales. Finalmente las fueron vendiendo, mediante procedimientos corruptos y/o coactivos, a testaferros de políticos. A veces el pago de la empresa no lo hace un grupo económico sino el estado a través de indemnizaciones. El político estrangula a la empresa. En simultáneo un testaferro del político ofrece comprar a precio vil y a que el Estado - que el político controla - lo resarza vía CIADI. El político se queda con la empresa y el Estado - nosotros - le pagamos la empresa. Gran negocio.


Pedraza, sindicalista ferroviario, dueño de varias
líneas de micros de larga distancia.

El mercado del transporte está en su totalidad en manos de políticos y sindicalistas. Roggio, Macri y otros manejan la totalidad de las concesiones de ferrocarril. (Cirigliano es un testaferro de Macri). Esto es así porque son los únicos que pueden negociar los subsidios. Ningún particular, por más grande o poderoso que sea lo puede hacer. De esta forma, como está estucturado, se dan subsidios a sí mismos.
Las líneas de larga distancia de bus son propiedad de sindicalistas (en su momento varias líneas pertenecían a Montoneros).
Las líneas de colectivos urbanas pertenecen a políticos y sindicalistas. Varias de la capital son propiedad de Macri.
Pero las de provincia son, por lo general, del poronga local.
Los taxis de la capital, en alguna época la salida laboral para el que era descartado del mercado al llegar a los cincuenta años, es ahora propiedad de dos o tres mandatarias, todas de sindicalistas.
Las combies pertenecen a políticos y sindicalistas. Por eso el gobierno de Macri en la ciudad solícitamente gastó millones de dólares en hacerles una playa subterránea en el Obelisco. Aún a costo de reducir los salones de ensayo del Teatro Colón.
Las mandatarias de taxis o las empresas de colectivos, a cambio, colaboran generosamente con las campañas políticas del PRO. Esto explica el porqué del incesante flujo de dinero al sector transporte. Tanto con De Vido a cargo de los subsidios como con Dietrich. Y explica por qué no importa el altísimo impuesto a los combustibles. Total, ninguno de los dueños de todo lo paga.
Daré otro ejemplo del Gobierno Nacional y Popular de Cristina Fernández. Leasing de Banco Nación, en lugar de darle dinero a los camioneros para que cambien sus agotados 1114, lo entregaron en abundancia a pocas manos para que compren fastuosas flotas de camiones. Varios de ellos políticos y sindicalistas. Todos les financiamos su primera acumulación de capital (**).
Las compañías de distribución y de alta tensión de electricidad están una en manos de un testaferro de Macri y otra en las de uno de Cristina Fernández. Lo mismo sucede con empresas de petróleo, bancos (como el Banco Santa Cruz), oro (los gobernadores poseen el 6% de cada mina), teléfonos celulares, y el gran gusto de estos años: campos.
Tanto los políticos como los sindicalistas que robaron grande compraron miles de hectáreas.


Los nuevos terratenientes.

IRSA es propiedad de los políticos de todos los partidos. Por eso tienen el monopolio de los shoppings de Capital, y casi el monopolio de Córdoba y Rosario. Los locales no sólo les pagan alquiler sino un porcentaje de las ventas que ronda el 20%. El 20% de todo lo que se vende en un shopping va a manos de los políticos. Ténganlo presente cada vez que compran algo.
Swiss Medical es propiedad de Macri.
Las escuelas privadas se reparten entre varias corporaciones. La principal es la Iglesia, pero hay mucho progre familiar de político onda Filmus que se puso su propia escuela y recibe subsidios de la Nación, de la provincia y en algunos casos de Municipios [14; 15].


Los supermercados también contribuyen con la causa política, por lo cual nunca los revisa bromatología, pueden hacer abuso dominante de posición de mercado y tienen básicamente, un negocio inmobiliario. A veces en propiedades de políticos o sobre terrenos públicos (Jumbo Palermo).


Hoy un pobre chango no puede tener un quiosco, un almacén o una vinatería o una tienda de ropa. Los políticos no sólo nos matan con impuestos, sino que además quieren apoderarse hasta de la más mínima posibilidad de negocio.
Para los que fuman, sabrán que ahora no hay precio máximo en los cigarrillos sino que cada quiosquero cobra lo que quiere. Esto es porque se produjo un cambio en el mercado.
Por décadas, al quiosquero lo correspondía el 15% del valor de la marquilla. Ahora sólo le dejan el 3% (más el sobreprecio que cobre). ¿Por qué les redujeron la comisión comercial? Porque se metió una empresa intermediaria , la cual se queda con el 12% que le sacan al quiosquero. La nueva empresa es propiedad...de los políticos [16].

Corolario:
Para ser libres debemos defender nuestra posibilidad de acceso a la propiedad. No de bienes de uso, como tanto me recalcó mi profesor Canavese, Dios lo tenga en la Gloria, sino de bienes de producción (campo, taller, local comercial, camión).


Para ser libres, debemos empezar a interiorizarnos sobre la propiedad de las empresas con capacidad monopólica, duopólica, monopsónica o duopsónica o cartelizada (contra clientes o proveedores). De los servicios públicos privatizados.
De los derechos de pesca o minería.
De las concesiones de explotación de energía.
De las cadenas de comercialización, para cuidar que no haya abuso de posición dominante (¿cuántas cadenas de estación de servicio quedarán?). Supermercados, farmacias, indumentaria.
Del transporte.
Dicho esto: “Avive el seso y despierte”.
Hay mucho por hacer.
Y recuerden: estamos solos. La casta política se protege entre sí y en la Argentina no existe ni el Poder Judicial ni el Ministerio Público. En todo caso, cuando salen de su letargo es con el único objeto de defender a la casta política o a los delincuentes, suponiendo que sean cosas diferentes.
Quien atenta contra nuestro derecho a progresar con nuestro trabajo y contra nuestra libertad es el Estado, a través de impuestos y regulaciones, pero también el Crony Capitalism  o capitalismo de amigo. En nuestro caso - y en el ruso - los “amigos” son los políticos.
Señores: Hay mucho por hacer.

* * *
Invito a releer Rusia.
* * *

* * *

[1] Que el vulgo acceda, que el pueblo acceda.
[2] Osvaldo Barsky, Jorge Gelman, Historia del Agro Argentino, Editorial Sudamericana.
[3] Destruye la mitología cepaliana (por CEPAL, ese engendro) que decía que el problema de la Argentina era el latifundio. Mito jamás corroborado con la documentación pertinente, como por ejemplo, los registros de propiedad. Había latifundios, pero al mismo tiempo había miles de propiedades en manos de familias.
[4] Las grandes empresas se justifican para actividades que requieren mucho capital, ejemplo, una acería. Esa gran cantidad de capital necesario es lo que se denomina “barrera de entrada” porque sólo muy pocos poseen semejante capital. Pero existen actividades que requieren poco capital, sin embargo, en las últimas décadas, se ha concentrado en pocas manos (remeras, zapatillas, mermelada, caramelos, manteca). Ahí los mecanismos para expulsar familias y pequeños empresarios son otros: regulaciones del estado, créditos diferenciados (a veces créditos del estado), compras hostiles, etc.
[5]  Pasado al tiempo, una posibilidad es que Mastellone haya sido no más que un testaferro de algunos milicos.
[6] Es más, se dedicó desde la década del ‘80 a monopolizar también el mercado del queso.
[7] No gana más el que más vende, gana más el que coloca el mayor precio posible a la cantidad mayor de población. Ejemplo: si pongo el litro de leche a $ 100, ganaré mucho por unidad, pero venderé poco, si cobro $ 5 ganaré poco por unidad pero venderé mucho. Tengo que encontrar el mejor pxq (precio por cantidad) que maximice mi ingreso. Acá el límite no es lo que cobre la competencia, sino que aún el producto más imprescindible, hay un precio al que nadie me lo compra.
[8] Y su negocio fue siempre perjudicar a tamberos, a clientes y coimear a funcionarios. En eso colaboró el estado, vía SENASA y vía la Secretaría de Comercio, y la cartelización de las cadenas de comercialización a partir de Menem vía supermercados (sólo venden las marcas A y B, ídem yogur, ídem manteca). En Francia se vende manteca suelta en los mercados. Acá no. Este abuso siempre fue ampliamente defendido por TODOS los funcionarios de turno. Mastellone quebró fraudulentamente más de una vez, sin que jamás les hicieran un proceso penal y Mastellone terminara con sus huesos en la cárcel (como López) que hubiera sido justicia.
[9] Varias de leche, de manteca, de yogur, de queso, de leche en polvo. Permitir la competencia y la diferenciación de calidad. Una vez más, perdimos el tren. Este caso lo imputo al actual gobierno, cuyos funcionarios privilegiaron la coima por la venta de la firma a grandes compañías y no por llevar prosperidad a la cuenca láctea y a las familias productoras argentinas.
[10] Estoy esperando que algún fiscal de oficio procese a la Srta. Español, funcionaria de la secretaría y compañera de colegio de Kiciloff.
[11] Sobre el particular se expidió más de una vez Carlos Etchepare en Canal Rural.
[12] En lugar del clásico porcentaje de la cerealera (entre 3% y 5% histórico).
[13] Curiosamente, en este caso, tampoco ningún fiscal federal de oficio imputó a los funcionarios de la secretaría de comercio ni a los molineros por coacción y abuso de posición dominante.
[14] Algunos casos desagradables en San Isidro, donde punteros y “amigos” recibían subsidios municipales para jardines maternales y escuelas primarias.
[15] El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le entregó millones de pesos a la escuela que dirigía el Rabino Bergan mientras éste era legislador de la Ciudad. Parece que nadie se fijó en ese entonces en el temita de conflicto de intereses. Ni siquiera la izquierda o el FPV. ¿Por qué será?
[16] Tema aparte es la cadena de quioscos que es para lavado de dinero del narcotráfico. Me doy cuenta yo desde un escritorio y ¿no se dan cuenta las autoridades de la UIF? Vamos, muchachos.
 

(*) Tal vez la propaganda más emblemática - en los últimos tiempos - es la propaganda del Galicia "Gaste, gaste, gaste. Endéudese, endéudese, endéudese".
(**) El presidente de Leasing Nación era Felletti, by the way.

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