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martes, 1 de noviembre de 2016

Las Élites

Las Élites y el Poder




Hoy leí este ensayo escrito por Laura Ingraham sobre las élites y sus responsabilidades frente a la nación que las alberga. No es una propaganda pro Trump, muy por el contrario.
Es una pieza lúcida. Y extremadamente útil para entender la actual disyuntiva norteamericana así como nuestra historia reciente. En particular el cerrado apoyo que la élite argentina le prestó al candidato oficialista Scioli el año pasado.

Lo traduje. Disfrútenlo como yo lo hice.






Link a la nota en inglés aquí.



Es momento para las Élites de soltar a los
Clinton - para siempre

Para el bien de los americanos cansados de escándalos, investigaciones y drama, los Bush y los Obama deberían decir “basta” a Hilaria.

élite (sustantivo): Un selecto grupo que es superior en términos de habilidad o cualidades al resto de un grupo o sociedad.
Así es como el Diccionario Oxford define el término.
A ocho días de la elección, es tiempo para los americanos de hacerse cargo de tres preguntas críticas referentes a Hilaria Clinton y su maquinaria política:
1) ¿Ha sido Hilaria Clinton descuidada en proteger y preservar los secretos que eran vitales para los intereses nacionales de los Estados Unidos?
2) ¿Usaron Bill e Hilaria Clinton su acceso al gobierno de EEUU - incluyendo la posición de Hilaria como secretaria de estado y como probable futura candidata para la presidencia de los Estados Unidos - para hacer dinero para ellos mismos? En otras palabras ¿personas les pagaron dinero en la creencia que al hacerlo obtendrían un tratamiento preferencial por parte del gobierno de los Estados Unidos?
3) ¿Es Hilaria Clinton una patriota - esto es, puede confiársele que se fije en los intereses de los Estados Unidos en cualquier circunstancia, aún cuando al hacerlo incurra en acciones que puedan perjudicar intereses financieros propios o de sus donantes?
No hace falta indicar que si Hilaria Clinton no puede ser confiada con nuestros secretos nacionales, si usa sus posiciones en el gobierno para provecho personal o pone sus intereses personales por delante del interés nacional, no debe ser electa presidente. En una república comercial como la nuestra, es un pecado imperdonable para un político poner su dinero por delante del honor nacional. Si el pueblo dejar de creer que su gobierno es dirigido honestamente - si concluye que sus líderes son meros ladrones con pequeñas banderitas en sus solapas - entonces todo el sistema está en riesgo. Le pedimos a las personas, desde una posición de liderazgo, que soporten un montón de cosas . Tienen que pagar impuestos que no quieren pagar, tienen que obedecer leyes que no les gustan, y tienen, tal vez, que pelear en guerras a las que se oponen. Si el pueblo llega a creer que todo el sistema es un fraude - que los tipos de arriba realmente no creen en el sistema que se supone deben sostener - entonces este país se volverá rápidamente ingobernable.
Todos los votantes han decidido por sí mismos como se sienten respecto a Hilaria Clinton. Pero ningún grupo debe tomar más seriamente estas preguntas que las élites de nuestra sociedad - los ricos, y los altamente educados miembros que dirigen los medios de comunicación, la alta burocracia gubernamental, quienes manejan nuestras más grandes instituciones financieras y comerciales. Ha habido una larga serie de quejas respecto a las élites este año - y por una buena razón. Por la mayor parte, las políticas que han apoyado en este siglo han sido extraordinariamente buenas para ellos - y no tan buenas para el resto de los norteamericanos. El hecho explica por qué tantos norteamericanos ese año ignoraron los deseos de las élites, y apoyaron candidatos outsiders como Donald Trump o Bernie Sanders.
Pero el caso de Hilaria excede esta elección. Refleja el carácter del tipo de personas que gobiernan los Estados Unidos, aquellos que dirigen las principales empresas y los principales grupos de prensa. ¿Realmente les importan los ideales de nuestro país o no? Si les importan, entonces deben entender que no pueden entregar la Casa Blanca a una colección de timadores de poca monta, quienes se hallan más preocupados por llenarse los bolsillos que de cuidar los intereses de la nación. Y ellos deben entender que tienen una obligación - una obligación solemne y casi sagrada - de contestar las tres preguntas planteadas al inicio. Y no digo responderlas como lo haría un abogado, tipo él-dijo-ella-dijo. Quiero decir que tienen que estudiar los hechos lo mejor posible y mirar en sus corazones y hacer una decisión honesta sobre si los Clinton merecen volver a la Casa Blanca. En Estados Unidos el gobierno nos pertenece a todos - y todos nosotros, especialmente los más ricos y los más poderosos, tenemos la responsabilidad de hacer lo correcto.
Algunos tratarán de evadir esta responsabilidad quejándose sobre Donald Trump. Pueden alegar que es un demagogo peligroso de la clase de la cual los Fundadores nos advirtieron. Sin embargo, los Fundadores crearon todo un sistema para bloquear que los demagogos posean demasiado poder. Crearon el Senado, la Corte Suprema y varios gobiernos estaduales que contrapesan el poder del eventual demagogo. Crearon una prensa libre para que los opositores del demagogo puedan hacer oír sus voces. Si Donald Trump se convierte en presidente, será sujeto a todas estas limitaciones. Ahora bien ¿Cómo se contrapesa una clase dirigente corrupta? Nuestros fundadores no crearon el sistema que logre hacerlo - porque eran lo suficientemente inteligentes  para darse cuenta que semejante contrapeso no es posible. Si los más ricos y poderosos miembros de nuestra sociedad no creen más en los ideales de esta sociedad, entonces el sueño de los Fundadores ya estaría perdido.
No tengo duda que algunos miembros de la élite están seguros que Hilaria Clinton es una patriota inocente que ha sido malinterpretada por sus enemigos. Si eso es lo que creen, que lo digan, y dejaremos que la historia los juzgue a su tiempo. Pero si usted no cree que Hilaria sea honesta - si usted no cree que se puede confiar que haga lo correcto - entonces usted tiene la obligación moral de decirlo ahora, antes de que el daño sea consumado.
Hace cuarenta y dos años atrás otro grupo de élites enfrentaron un dilema similar. Consideren el desafío que enfrentó el establishment republicano en 1974. Por más de 20 años Richard Nixon fue uno de los líderes - a menudo EL líder - del establishment del Partido Republicano. Había estado en la boleta en cinco elecciones presidenciales y los republicanos ganaron cuatro de ellas. Casi todos los republicanos en Washington le debían favores. Sólo dos años antes había ganado estupendamente una elección que era una victoria personal - y que llevó a que los republicanos ganaran 49 de los cincuenta estados en la elección presidencial de 1972. Cortar con Nixon significaba que los demócratas pasaran el trapo en las elecciones de mitad de término de 1974, y que el Partido Republicano vagara por el desierto por los años subsiguientes. Significó el final de muchas carreras políticas promisorias y el riesgo de que un outsider como Reagan tomara por asalto el Partido Republicano. Y después de todo, ¿por qué no podían los republicanos pelear todos los cargos? ¿Por qué no podían amenazar a los enemigos de Nixon y blindarlo frente a cualquier inicio de juicio político y arrastrar todo hasta las elecciones de 1976? Podrían haberlo hecho - pero no lo hicieron. En cambio a principios de agosto de 1974 los principales líderes del Partido Republicano en el Congreso fueron a verlo al Presidente Nixon y le dijeron que el apoyo de Capiton Hill había colapsado. Poco después Nixon renuncia. El establishment del Partido Republicano estaba devastado. Pero habían hecho lo correcto.
¿Qué sucede hoy con el establishment? Conocen la personalidad de Hilaria Clinton mejor que nadie - muchos de ellos la conocen desde hace décadas. Muchos, sin dudas, se consideran sus amigos. Todos ellos, a esta altura, tienen una opinión formada sobre las tres preguntas al inicio de este artículo. Si creen en ella - si confían en ella - deberían respaldarla. Pero si no, entonces deberían hacer lo posible para prevenir que llegue a la máxima magistratura. Esta responsabilidad recae en la prensa. Recae en los grandes donantes de ambos partidos. Recae en gente como los Bush o Colin Powell quienes han tenido altos cargos públicos. También recae - especialmente en los demócratas de alto rango como Obama o Joe Biden.
Algunos creerán, sin dudas, que es fácil para los populistas hacer este tipo de pedidos - que es fácil pedirles a las élites hacer este tipo de sacrificio. Pero el punto, todo el punto, de ser una élite es que tiene un poder especial - y conlleva una responsabilidad especial. No hay duda alguna que nuestras élites disfrutaron su poder. Es ahora tiempo para ellas de estar a la altura de sus responsabilidades.

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